Varios autores universales han creado pueblos ficticios para dar vida a sus historias. Un ejemplo de ello es el condado de Yoknapatawpha, lugar inventado donde se desarrollan varias de las obras del premio Nobel estadounidense William Faulkner; la isla de Liliput, famosa por «Los viajes de Gulliver» (1726), del irlandés Jonathan Swift, y Macondo, creado por Gabriel García Márquez, inspirado en la ciudad colombiana de Aracataca. Además, en Honduras, también se han utilizado lugares ficticios y reales como escenario de obras literarias y no literarias, como es el caso de Coralío y Poyais.
Coralío, tranquilo pueblo costero
En su obra literaria «Cabbages & Kings», el reconocido cuentista estadounidense O. Henry presenta a Coralío, un pueblo costero ficticio. La elección del nombre se pudo inspirar en la presencia de arrecifes coralinos en las costas hondureñas. Posiblemente, también influyó la palabra «Trujillo», lugar real al que Coralío hace referencia.
En los primeros tres cuentos, O. Henry describe a Coralío como un pequeño pueblo ubicado en una franja costera rodeado por el mar y las montañas. A pesar de su insignificancia, cuenta con algunas estructuras importantes como la catedral en ruinas donde Colón puso pie una vez y la Casa Morena, la “Casa Blanca” de verano del presidente de Anchuria. Las calles laterales están cubiertas de hierba y mantenidas por la policía, mientras que en la calle principal, que bordea la playa, se encuentran las tiendas más grandes, la bodega y la oficina de correos del gobierno, el cuartel, las ronerías y la plaza del mercado.
Durante el mediodía, el pueblo está tranquilo y vacío, pero se llena de emoción cuando llega un telegrama para el Señor Goodwin. En las afueras del pueblo viven los nativos más pobres, los caribes y los negros de Jamaica y las islas de las Indias Occidentales. Pese a su aparente monotonía, los habitantes de Coralío están muy familiarizados con la llegada de los barcos, incluso pueden identificarlos por el sonido de sus sirenas. Los barcos fruteros anclan cerca de la costa para transportar la fruta en gabarras y balandras, y solo de vez en cuando llegan otros tipos de barcos, lo que pone en alerta al personal de aduanas.
En general, Coralío es un lugar donde las cosas cambian muy poco y las tradiciones se mantienen. Aunque no es un lugar muy conocido, sus habitantes parecen disfrutar de su rutina y de las pequeñas emociones que la vida en un pueblo pequeño puede ofrecer.
El fraude de Poyais
La República de Poyais es un país ficticio inventado por Gregor MacGregor, un aventurero escocés que engañó a muchas personas con la idea de que existía un lugar paradisíaco en la Mosquitia hondureña que ofrecía grandes oportunidades de inversión y desarrollo económico.
MacGregor, en complicidad con otros conspiradores, publicó un libro titulado «Historia de la República de Poyais» en el que describía el país como una nación próspera y rica en recursos naturales, con un gobierno estable y una moneda fuerte. Además, se afirmaba que Poyais tenía un clima ideal para la agricultura y que su ubicación estratégica en el río Black había atraído a muchos comerciantes.
Con estas promesas, MacGregor logró convencer a cientos de personas para invertir en la República de Poyais, vendiéndoles tierras, bonos y acciones. Sin embargo, todo resultó ser una estafa, ya que Poyais nunca existió, y aquellos que habían invertido en ella perdieron todo su dinero.
El fraude de Poyais se convirtió en un escándalo financiero de gran magnitud en Europa y América, y MacGregor no fue condenado por fraude. Sin embargo, la historia de Poyais continuó siendo popular entre los escritores y los aventureros, y ha sido retratada en diversas obras literarias y cinematográficas.
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