En el corazón de Tegucigalpa, un pequeño bar resiste el paso del tiempo y las modas. El New Bar, conocido por todos como Tito Aguacate, cumple 80 años sirviendo a una clientela tan diversa como su historia. Desde obreros hasta diplomáticos, todos han probado su famoso calambre, un trago que nació casi por accidente y hoy es una tradición.


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Fotografía del ‘New Bar’ este viernes, en Tegucigalpa (Honduras).

El origen de Tito Aguacate

El New Bar abrió sus puertas en 1945 de la mano de Pedro Maradiaga. Sin embargo, en 1957 pasó a manos de José Valentín Pereira, quien lo convertiría en un referente de la cultura popular hondureña. El apodo del bar surgió porque Pereira siempre ofrecía aguacate como bocadillo. “Mi papá tenía boca de aguacate y la gente empezó a llamarlo así. El nombre se quedó”, cuenta su hijo Fernando Pereira.

Desde entonces, el bar ha sido testigo de décadas de historia, conversaciones interminables y generaciones de clientes que han encontrado en su ambiente una suerte de refugio.

El trago de la casa: El Calambre

Si algo distingue a Tito Aguacate es su bebida estrella: el calambre. Según Fernando, su padre lo creó sin imaginar su éxito. “Un día preparó un trago para curarle la resaca a un amigo, y terminó siendo el más popular del bar”, relata. La receta es sencilla: ginebra, vino tinto, limón, azúcar y hielo, servido en un frasco de vidrio con tapa de rosca.


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Fernando Pereira muestra un cóctel conocido como calambre. FOTO: Gustavo Amador.

Aunque muchos lo probaron inicialmente para aliviar la resaca, con el tiempo se convirtió en un clásico, disfrutado sin importar la ocasión. En Tito Aguacate, pedir un calambre es casi un ritual.

Más que un bar, una institución

Durante años, el bar reflejó el conservadurismo de la sociedad hondureña: las mujeres no entraban. Con el tiempo, esto cambió, y hoy es un espacio para todos. “Las primeras mujeres venían con sus esposos o amigos. Ahora llegan solas, sin problema”, dice Fernando.

El local también es un museo vivo. Sus paredes están cubiertas de fotografías, recortes de periódico, banderines de equipos como el Olimpia y el Real Madrid, y hasta una imagen enmarcada de Tiburcio Carías Andino, quien gobernó Honduras por 16 años. Pero la imagen más importante es la de Tito Pereira, un recordatorio del hombre que le dio alma al lugar.


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Una persona espera en el ‘New Bar’. FOTO: Gustavo Amador.

Entre los clientes han pasado músicos, artistas, políticos, abogados, obreros y hasta figuras del fútbol hondureño. Recientemente, en su 80 aniversario, el exfutbolista Héctor Pecho de Águila Zelaya, autor del primer gol de Honduras en un mundial, visitó el bar y fue recibido como una leyenda.

Un rincón de Tegucigalpa que se resiste al tiempo

El New Bar es más que un lugar para beber. Para muchos, es una universidad del pueblo, un espacio donde las diferencias sociales quedan fuera y la conversación fluye. “Tito Aguacate es una inmersión en Tegucigalpa. Aquí se mezcla la historia con la vida cotidiana, entre un trago y otro”, dice un visitante.

En un país donde todo cambia rápidamente, este pequeño rincón sigue intacto, manteniendo su esencia y tradición. Porque en Tito Aguacate, cada sorbo de calambre es un viaje en el tiempo, una conexión con la historia y la identidad hondureña.


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