En 2018, el entonces pasante de la Carrera de Letras, Felipe Rodríguez Medina, sorprendía a propios y extraños del ámbito artístico y literario centroamericano al ser galardonado con el prestigioso Premio Centroamericano de Poesía Joven «Joaquín Pasos» (Nicaragua).

Felipe Rodríguez Medina en el Festival Internacional de Poesía de Granada (2018)

Esta noticia fue recibida con gracia, pues era la primera vez que se reconocía a nivel internacional el arduo trabajo poético llevado a cabo por Rodríguez Medina (en nuestro país, ya en 2016 había resultado ganador del Concurso de Poesía y Cuento «Rigoberto Paredes»).

Desde entonces, ha recibido otros laureles de relevancia como el Certamen Literario Nacional Equinoccio Patepluma (2019) y el XII Certamen Literario Ipso Facto (2022), a su vez, este reconocimiento le ha merecido la invitación a participar en múltiples eventos culturales.

Además, ha sido antologado en diversos medios, tanto digitales como impresos, y sus obras publicadas incluyen «Las cenizas de Babel» (2021) y «Bajo la delgada estepa de la tarde» (2023).

En Bucentauro, hemos contactado con él para que nos ofrezca una breve entrevista, con algunas preguntas exclusivas.


Ha sido él [se refiere a su tío, el poeta Efraín López Nieto] quien realmente ha influido en mi proceso creativo. Fue él quien me introdujo a los surrealistas franceses, me enseñó a versificar y me mostró la fuerza avasalladora de la palabra.


Para empezar, sabemos que has sido galardonado con varios premios importantes, ¿cómo han influido estos reconocimientos en tu proceso creativo?, ¿sentís presión o algún tipo de «responsabilidad» después de haber sido galardonado?

Creo que los reconocimientos literarios que he obtenido me han servido más para difundir mi obra que para formarme como escritor. Y digo escritor ya que el término parece de otra época como lo dijo el poeta Dimas Prychyslyy.

Recuerdo que, cuando yo comencé a escribir en serio, decidí mostrarle mis poemas a mi tío y poeta Efraín López Nieto, quien me alentó a formar un libro y enviarlo a los certámenes literarios que encontrara en aquel momento. Menciono a mi tío porque ha sido él quien realmente ha influido en mi proceso creativo. Fue él quien me introdujo a los surrealistas franceses, me enseñó a versificar y me mostró la fuerza avasalladora de la palabra.

En cuanto a si siento cierta responsabilidad después de haber obtenido los premios que mencionaste, diría que no. Quizás la hubo unos años atrás, pero hoy por hoy, por más que quiera verlo de otro modo, ya no me tomo el acto de escribir tan en serio.

Y con esto no quiero decir que no sea disciplinado, sino más bien que ya no me tomo la escritura como algo de vida o muerte. Una vez, durante un festival de poesía, escuché a la poeta Elsa López decir que la poesía era una cosa y la vida otra. Ahora pienso que tenía razón.

Haciendo un ejercicio de retrospección, ¿cómo ha evolucionado tu poesía desde que comenzaste y hasta hoy día?, ¿sentís que algo ha cambiado?

Definitivamente ha cambiado mucho. Cuando yo comencé a escribir influyó mucho en mí el modernismo de los hermanos Machado, las «Rimas» de Gustavo Adolfo Bécquer y algunos de los poetas del siglo de oro, sobre todo Luis de Góngora.

Después, cuando se me introdujo a los poetas surrealistas franceses y luego a los españoles y latinoamericanos, comencé a escribir poesía surrealista. Alejado de la escritura automática, por supuesto, eso nunca me gustó. Pero sí me vi en aquel entonces fuertemente influido por libros como «Residencia en la Tierra» de Pablo Neruda, creo que sobre todo por ese libro. Hasta el día de hoy, sigo debiéndole mucho al surrealismo, aunque poco a poco me he ido alejando de esa corriente.

Actualmente creo que intento explorar otros caminos y he optado por una poesía más coloquial. Me han llamado la atención poetas como Nilton Santiago, William Gonzáles Guevara y Abraham Guerrero Tenorio, a quienes he leído mucho últimamente.

En una entrevista, en otro espacio, mencionaste la idea de que la literatura no es algo en riesgo de desaparecer, ¿sigue vigente tu planteamiento y de qué forma?

Creo que esa entrevista a la que te referís ocurrió en Nicaragua en el año 2018, durante el festival de poesía en Granada, si no mal recuerdo. Pienso que la respuesta a esta pregunta es bastante amplia. Pero me atrevo a resumir mi respuesta diciendo que no creo que la poesía sea algo que pueda desaparecer.

Siempre habrá quienes hagan lo posible por separar la “buena” poesía de la “mala” en un falso intento por salvarla. Pero si fuera a desaparecer, sería en su forma escrita debido a la deshumanización que está ocurriendo como consecuencia de un mundo cada vez más automatizado.

Yo creo en lo que escribió Roque Dalton en su poema «Arte poética 1974», donde dice que la poesía no está hecha solo de palabras. Yo creo en ello.  

¿Cómo es que en un mundo cada vez más conectado nos vemos cada vez más solos y aislados? La comunicación ya no es la misma.

Con la creciente digitalización e hiperconectividad, se puede decir que la forma en que la literatura, en general, y la poesía, en particular, es «consumida» ha cambiado. ¿Cómo ves esta relación entre el arte literario y la tecnología?

Me parece que esta relación entre arte literario y tecnología se ha intensificado en la actualidad. Y, a pesar de que se han visto sus beneficios, no puede negarse su impacto contraproducente.

Creo que si hay algo que puede criticársele a esta creciente digitalización e hiperconectividad es la pérdida de valores y de identidad de la que hablaba Ernesto Sábato en sus libros como «Hombres y Engranajes» o «La Resistencia». ¿Cómo es que en un mundo cada vez más conectado nos vemos cada vez más solos y aislados? La comunicación ya no es la misma.

Por otro lado, la digitalización de las obras literarias ha facilitado su difusión de maneras nunca antes vistas. Nunca había sido tan fácil tener acceso a una obra literaria o a cualquier material de lectura como ahora. Estos espacios donde se tienen acceso a material literario deben ser aprovechados al máximo para poder beneficiarnos del progreso tecnológico.

Volviendo rápidamente a la primera pregunta, has ganado premios desde joven y has sido merecidamente reconocido por tu talento. ¿Qué consejo le darías a los jóvenes poetas que están empezando su carrera y buscan hacerse un nombre en el canon literario nacional?

El mejor consejo que se le puede dar a cualquier persona que quiera convertirse en escritor es que hay que escribir mucho. Y esto no lo digo yo, lo han dicho muchos autores y autoras a través de la historia.

Suena obvio, pero esconde un reto y, por supuesto, exige mucho de parte del escritor o escritora. De ahí viene la ardua tarea de la lectura, que no tiene que ser tan ardua, supongo, si en el fondo uno comprende lo que lee. Agregaría, solamente, que hay que tener cuidado con lo que se publica. Revisar mil veces si hay que hacerlo, pero estar seguros.

Cualquier forma de publicar ya sea en formato digital o físico es un intento válido que debe aprovecharse si se tiene la oportunidad.

En la actualidad, muchos escritores noveles optan por autoeditarse o publicar en línea. ¿Qué opinión te merecen los cambios en la forma de publicar poesía?

Me parece que publicar en línea tiene sus ventajas. La difusión es, ciertamente, mayor. La realidad es que el alcance que tienen las redes sociales, por mencionar un medio, es insuperable.

Al mismo tiempo, pienso que no está demás guardar algunos textos para armar un libro y enviarlo a algún certamen donde muchas veces el premio es la publicación de la obra. Esto no es siempre viable, pero vale la pena intentarlo.

Al final, cualquier forma de publicar ya sea en formato digital o físico es un intento válido que debe aprovecharse si se tiene la oportunidad.

Ya para finalizar, ¿qué proyectos tenés a futuro?, ¿seguirás concursando o planeás explorar tu horizonte en otros géneros literarios?

Actualmente trabajo en un libro de poemas inéditos que ya he enviado a algunos certámenes. Nunca es suficiente enviar solo a uno. Siempre estoy probando por todas partes.

En este libro intento explorar otros temas con un lenguaje más cotidiano. Hablar de cosas simples es mi idea. Lo estoy escribiendo por partes y siempre que pienso haberlo terminado me vienen a la mente nuevos poemas que acabo por agregar extendiendo así, poco a poco, la obra.

Después de este libro me gustaría hacer una pausa, jugar juegos de video un poco menos y comenzar a leer más, aunque tenga que obligarme. Sobre todo leer poesía, que es lo que más me gusta. Me he vuelto muy holgazán para las novelas, pero sé que también debo retomar algunas que he dejado olvidadas.


Y así, el poeta y amigo entrañable Felipe Rodríguez Medina se despide con un afectuoso saludo a nuestro medio y nuestro público, prometiendo colaborar prontamente con este proyecto.

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