Jorge Cálix, precandidato del Partido Liberal (PL), enfrenta una ola de críticas del oficialista Libertad y Refundación (Libre), encabezadas por Ricardo Salgado, secretario de Planificación Estratégica, quien lo acusa de planear un fraude contra Salvador Nasralla en las primarias de marzo de 2025.
A simple vista, esto sorprende: Nasralla, con su carisma y trayectoria electoral, parece una amenaza mayor para Libre en las urnas. Sin embargo, el ataque contra Cálix refleja los cálculos estratégicos de la política hondureña, donde el control del poder y la neutralización de rivales estructurales priman sobre las apariencias.
Cálix, nacido políticamente en el PL y forjado como diputado destacado en Libre hasta su ruptura en 2022 por la presidencia del Congreso, tiene una base sólida y la capacidad de unificar al PL como una oposición coherente. Su ambición, experiencia organizativa y juventud lo convierten en un peligro a largo plazo para Libre, que busca mantener su hegemonía. Si Cálix lidera el PL, podría revitalizarlo y desafiar al oficialismo de manera sostenida, algo que la cúpula de Xiomara Castro y Manuel Zelaya no está dispuesta a tolerar.
El ataque de Salgado, más allá de un ajuste de cuentas por su «traición» pasada, apunta a desgastarlo y evitar que consolide esa fuerza.
Pero si es el, Calix, el que necesita urgentemente que la gente crea que tiene todavía opciones de ganar para hacer creíble el fraude contra SN. Sus asesores le han dicho que gana mucho si ataca a LIBRE; claro eso siempre se le da bien a los traidores. Allá Nasralla y los… https://t.co/JSCDSASncd
— Ricardo Salgado (@RicSalgadoB) March 6, 2025
Nasralla, en contraste, es un contendiente más solitario. Su fortaleza radica en su popularidad personal, no en una maquinaria partidaria robusta, y su historial de negociación con Libre (como la alianza de 2021) lo hace predecible y manejable.
Aunque competitivo electoralmente, no representa el mismo riesgo estructural que Cálix. En el juego pragmático y cínico de la política hondureña, Libre prioriza neutralizar al líder con potencial organizativo sobre el outsider carismático con quien ya sabe pactar, asegurándose de que la oposición llegue fracturada a 2025.
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