La oposición está perdiendo oportunidades de oro para construir un discurso verdaderamente sólido. Hay dos situaciones aquí: la desinformación sobre el #TPS y las críticas a Milton Benítez, alias El Perro Amarillo.

Primero, la difusión de noticias falsas. Lo que han hecho Marvin Ponce y Salvador Nasralla, entre otros, al decir que Honduras quedó fuera del TPS no solo es falso; es sumamente irresponsable. Esto sólo causa miedo e incertidumbre entre los hondureños que dependen de este programa para trabajar y vivir en EE. UU.

En lugar de usar hechos reales para criticar al gobierno, están creando caos con información falsa. Esto podría beneficiar al oficialismo, que, al aclararlo, aprovecha para demostrar que la oposición no tiene fundamentos. De hecho, ayer el vicecanciller Tony García desmintió esta información: Honduras no quedó fuera del TPS porque su designación sigue vigente hasta el 5 de julio de 2025. Además, EE. UU. anunciará una extensión 60 días antes de esa fecha. Es decir, en este momento, no hay nada que anunciar.

Por otro lado, está el tema de la vestimenta del Perro Amarillo. La forma en que los representantes oficiales de una comitiva se presentan, para bien o para mal, refleja la imagen de un país y su gobierno. Si alguien de la delegación se ve “desarreglado”, es normal que genere críticas. Esto ocurre porque estas personas no sólo se representan a sí mismas, sino al Estado y al gobierno actual: al país.

La oposición usa la vestimenta de Benítez como un símbolo de desorden, falta de protocolo o despreocupación del gobierno. Pero enfocarse en lo superficial es frívolo y hasta contradictorio. Si la oposición rechaza cualquier vínculo con Venezuela, ¿por qué le importa cómo van vestidos los representantes hondureños? En vez de exigir «mejores representantes», deberían descalificar el acto en su totalidad, argumentando que Honduras ni siquiera debería participar en ese evento.

El problema con este tipo de ataques es que se quedan en lo anecdótico. Criticar la vestimenta del Perro Amarillo no es una crítica de fondo, sino de forma. Si la oposición quisiera golpear más fuerte, debería enfocarse en temas como: ¿Por qué es importante asistir a la toma de posesión de un presidente tan cuestionado internacionalmente como Nicolás Maduro? Incluso podrían cuestionar si el gobierno actual tiene algún compromiso político o económico con Venezuela.

Es cierto que el gobierno actual ha cometido errores. Por ejemplo, Xiomara Castro planteó quitar la base militar de Palmerola si Donald Trump adoptaba políticas hostiles contra los migrantes hondureños. En lugar de centrarse en mantener un diálogo con EE. UU. para garantizar la renovación del TPS, parece buscar el camino de la confrontación. Esto pone en riesgo a más de 1.5 millones de hondureños en la diáspora.

Si el gobierno invirtiera más tiempo en hacer lobby o negociaciones diplomáticas, demostraría que de verdad está priorizando el bienestar de los migrantes. En vez de buscar enfrentamientos, el gobierno debería buscar estrategias que sirvan a los hondureños.

La oposición, al quedarse en criticar la ropa de Benítez, pierde el chance de abordar algo que de verdad afecte cómo percibe el público al gobierno. Además, “el Perro Amarillo” ya es un personaje polémico y su imagen no sorprende a nadie.

En ambos casos, tanto con el TPS como con El Perro Amarillo, la oposición muestra que no tiene una estrategia clara ni un discurso bien construido.


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