La poesía salió a la calle, atravesó el parque, las ciudades: se fue al monte. La poesía necesita un respiro, ser reflexionada en espacios y momentos vitales más allá de una ciudad atiborrada de humo y concreto. Debe sacarse de los espacios cerrados para que no languidezca en esta atmósfera invivible. Hay que trasladar el poema a otro lado, y a continuación someterse a sus designios a través del ejercicio de la lectura.
El sábado estuvimos en Villa Trinidad, una antigua edificación que está vinculada a una etapa de la vida de Francisco Morazán. Ahora funciona como una agradable cafetería y espacio cultural para la conservación de la memoria histórica del paladín.
En la lectura de poesía «Pluma y Tierra» acompañaron Livio Ramírez, Alberto Destéphen, Fabio Castillo, Edgardo Molina y su servidor. Cada poeta pasó al frente a compartir sus versos. Al término de la tanda se procedió al conversatorio con el público. Algunos de los asistentes animaron a que estos eventos se realicen con mayor frecuencia. Otros aprovecharon para leer sus escritos.
En ese ámbito surgió un conversatorio cuya moderación estuvo a cargo del poeta Livio Ramírez. Preguntó en primera instancia desde cuándo habíamos sentido la necesidad de escribir poesía. Respondí que desde que había adquirido consciencia de mundo encontré una manera diferente de decir las cosas, pues creo que en la poesía cohabitan la fuerza, la rabia: la vida. De su lado, el poeta comayagüense Fabio Castillo confesó que cuando descubrió el poder vitalizador de la poesía, supo que quería dedicarse a escribir, que al ser la poesía algo que lo mantiene de pie, la ha considerado fundamental.
Alberto Destéphen fue preguntado sobre el enlace que tiene la poesía con el universo, la física, la mecánica cuántica y sus implicaciones en la cosmovisión de la realidad.
«El conocimiento de la mecánica cuántica nos lleva a entender que el universo es un todo conectado, somos partículas enlazadas, poesía del asombro; todos los reinos, desde el mineral, vegetal hasta el ser humano, somos armonía y debemos convivir en ese asombro: no hay separatividad. Al entender las conexiones que existen desde lo micro hasta lo macro, entraremos en la devoción y el respeto hacia el reino vegetal, estableceremos la armonía con el todo. La poesía debe seguir esa ruta, de un positivismo, de alimentar las mentes con imágenes y metáforas y poder alcanzar una visión de la realidad. Las nuevas dimensiones nos aproximan al mundo del siglo XXI, donde mucha filosofía queda atrasada y deberá alimentarse de la física. La poesía debe alumbrar el camino, agrandando y abriendo estas ventanas como siempre lo ha hecho, dando luces para hacer de la existencia y la realidad lo que somos verdaderamente: dioses en potencia».
Edgardo Molina había leído un poema, del cual reproducimos algunos versos: Flamígera espada, / rehén de la piedra, / el espíritu de Morazán / duerme en su prisión, / pero al general lo despiertan las voces apagadas / y su nombre como estela radiante / circula por las plazas. Al respecto, el poeta Livio le preguntó qué motivo tuvo para escribirle a Morazán. —Las ideas de Morazán siguen vigentes, él era un futurista y un patriota que debería vivir en nuestra mente y corazón —contestó.
El veredicto sobre Pluma y Tierra es claro. Hemos reabierto un espacio nutricio. Como dice el poeta Alberto Destéphen, «la poesía es código, es necesario retroalimentarse y enriquecerse con nuestras disecciones».
Nancy Lara Smart
¡Felicidades, Yonny! El evento estuvo muy enriquecedor y ameno. Estos espacios realmente son indispensables. Gracias por su labor y su comprometida gestión cultural. Me encantó el lugar, no sólo por la calidad de lo que ofrecen, sino por el calor humano.
¡Éxitos!