Para agosto de 1801, San Juan de Ojojona contaba con 363 indios (según el censo del intendente Anguiano, 385 habitantes). Más de un cuarto de esa población indígena estaba sometida al tributo y la encomienda. El tributo era una institución solamente aplicada al indio, algo como un impuesto personal.

Según su relación con el tributo, se distinguían las siguientes categorías:

Tributarios: los varones entre 18 y 50 años y de buena salud. Próximos: los adolescentes, “próximos” a ser tributarios. Reservados: los varones que no tributaban por razón de nobleza, función, servicio, edad o enfermedad. En documentación de la época aparecen, por ejemplo, jóvenes reservados como “cantores” de la iglesia.

©Family Search.

En este sentido, se observa que Ojojona tenía 81 tributarios antes del censo (menos 4, quizás fallecidos, enfermos o encomendados), 22 próximos y 28 reservados. El siguiente detalle muestra que los ojojonas, además de rendir su respectivo tributo a nuestro señor el Rey, también debían contribuir a la comunidad:

Bajados 4 quedan 77 tributarios que pagan cada uno al año 17 reales incluso 28 ⅓ maravedís para su comunidad, total 3271 tostones.

San Juan de 801
Este pueblo tiene encomendados a favor de la Santa Iglesia de Comayagua.¹

Los españoles trajeron sus propias monedas, con sus valores expresados en maravedís. Así, un peso se dividía en 8 reales o 272 maravedís. Un real equivalía a 34 maravedís.² Es decir que cada indio pagaba casi dos pesos al año a la Corona y casi un real lo destinaba al pueblo. Aunque no dice el número, algunos indios también estaban empleados en la Iglesia de Comayagua (encomendados).

Por otro lado, se observa que la población infantil (88) representaba un cuarto de la población indígena y que había 30 hombres solteros frente a 98 mujeres solteras, en una proporción de 3:1. De acuerdo con la ley, las mujeres no tributaban; pero, en la práctica, las viudas (18) lo hacían para llenar el vacío dejado por el marido y para evitar perder la parcela que les estaba destinada.

También aparece el poblado de Santa Ana Hula, donde la Corona posee 484 tributarios más 20 indios naboríos (indios en calidad de criados).

En ocasiones, los pueblos se atrasaban en el pago del tributo. De hecho, en el Archivo Nacional de Honduras existe un documento de 1775 donde el recaudador de tributos Gerónino de la Vega y Lacayo pide al Alcalde Mayor “haga que los indios tributarios de Santa Ana paguen los tributos rezagados que han dejado de pagar, según consta en su libro de caja”.

Otro aspecto interesante de este documento son los topónimos, en su mayoría compuestos por un nombre religioso que antecede al indígena. Actualmente, muchas localidades del país usan ambos de forma oficial, como es el caso de Jesús de Otoro, San Pedro Sula, San Pedro de Tutule, etc. Sin embargo, otro buen número lo ha mutilado con el tiempo, observándose un fenómeno: se ha conservado el nombre español, como Santa Ana, San Buenaventura, San Gerónino, Santa Bárbara, o por el contrario ha prevalecido el nombre indígena, por ejemplo, Comayagua, Pespire, Lepaterique, Olancho, Intibucá, Choluteca, etc.


Notas al pie

¹ Family Search, Padrones de Comayagua, Honduras, 1741-1806, Mapa de Tributarios deducidos y la Numeración executada de marzo de 801 á enero de 802.

² Juan Manuel Aguilar, Pesos y medidas antiguas, p. 136.


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