Contenido
Introducción
En 1997, un evento trágico en Copán Ruinas, Honduras, marcó un punto de inflexión en la lucha de los pueblos indígenas. El asesinato de Cándido Amador Recinos, un destacado líder indígena maya chortí, conmocionó a la comunidad y llevó al Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) a emprender acciones audaces. En este contexto, la caída accidental de la estatua de Cristóbal Colón generó un debate nacional sobre el patrimonio cultural y los derechos indígenas en Honduras. Además, la historia de la estatua perdida de Colón añade un elemento misterioso a esta narrativa histórica.
La acción de 1997
El 12 de abril de 1997, en Copán Ruinas, departamento de Copán, Honduras, se produjo un trágico evento que marcaría un hito en la lucha de los pueblos indígenas. Cándido Amador Recinos, líder indígena maya chortí y secretario general del Consejo de Asesoramiento para el Desarrollo de las Etnias autóctonas de Honduras (CADEAH), fue brutalmente asesinado1. Según narró Salvador Edgardo Zúniga, fundador del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), “lo asesinaron de una manera brutal porque le dispararon, le partieron los ojos con gillete y le quitaron parte de la cabellera”2. Su cuerpo fue encontrado junto a un camino, con múltiples heridas de bala y cortes profundos, un crimen atroz que conmocionó a la comunidad.
El COPINH, ante la impunidad que rodeaba el caso, decidió tomar acción. Zúniga explicó: “Fue un momento político bastante duro para el Copinh, fue un momento de aislamiento del que la propaganda enemiga se ensañó”. La indignación persistente llevó a la comunidad a decidir continuar la lucha.
Como una respuesta simbólica a la invasión española y una denuncia contra la violencia actual que enfrentaban los pueblos indígenas, el COPINH eligió el lugar donde se encontraba la estatua de Cristóbal Colón, cerca del aeropuerto Toncontín, donde las autoridades oficiales también realizarían actos conmemorativos.
Zúniga describió el plan: “Como la estatua de Colón estaba indicando con un dedo como señalando la tierra que iba a dominar, entonces, nosotros habíamos planificado ponerle una bolsita con sangre allí, con pintura roja, iba a estar media abierta de un piquito para que estuviera goteando la pintura, simbolizando el periodo sanguinario, del derramamiento de sangre de los pueblos indígenas por parte de la brutalidad de la invasión española”. Unas 150 personas de diversas partes de Honduras se unieron a la causa, llegando temprano para evitar a las representaciones diplomáticas.
Sin embargo, Zúniga recordó: “Ya a la hora de la hora, a alguien se le ocurrió que para subirse y poner esa bolsita con sangre se iba a subir y tiraron un lazo, lo lanzaron a la cabeza de Colón para apoyarse y subirse y entonces se vino la estatua…”.
Después de la caída accidental de la estatua, enfrentaron una persecución brutal y fueron arrestados y detenidos en el Core 7 durante una semana. La sociedad estaba dividida en su opinión sobre este acto, lo que generó un debate nacional. El embajador español, Carlos Cómez Mujica, sostuvo que con ese tipo de violencia solo se ponía en entredicho la imagen de Honduras y «no es justo, porque este país es muy solidario y no merece desprestigio por actos como éstos». La ministra de Educación, Xenobia Rodas, fue muy dura al criticar a los indígenas, a quienes calificó de seudodirigentes y «delincuentes que no son dignos de llamarse representantes de las etnias del país».
El alcalde de Tegucigalpa, Fernando Calderón, sostuvo que la acción judicial se haría en base a una solicitud de la municipalidad, porque «no permitiríamos que ningún vándalo venga a destruir o saquear los patrimonios de la capital».
A pesar de la controversia, la acción fue vista como una victoria histórica para los pueblos indígenas, generando un cuestionamiento en la comunidad sobre la presencia de la estatua de Colón en lugar de una figura indígena relevante, como Lempira.
Finalmente, se realizó una encuesta que determinó que la estatua de Lempira debía reemplazar a la de Colón. Esta estatua de Lempira se colocó en el Congreso Nacional, marcando un cambio significativo en la percepción de la comunidad hacia su patrimonio indígena y el reconocimiento de la fuerza y la lucha de los pueblos indígenas en Honduras.
El misterio de la estatua perdida
En 1916, durante la conmemoración del 12 de octubre, el presidente Francisco Bertrand de Honduras decidió honrar al almirante genovés Cristóbal Colón erigiendo una estatua en su honor. Esta imponente obra de arte, esculpida en mármol de Carrara, tuvo un costo de 20,000 pesos y medía aproximadamente 1.90 metros de alto por 0.75 de ancho, con un peso total de 4.5 toneladas, incluyendo la base con forma de globo terráqueo. Como parte de este homenaje, se decidió nombrar la plaza donde se ubicaría la estatua como Plaza Colón, al igual que la cuarta avenida, entre las de Cervantes y de la Estación3.
La estatua de Colón encontró su hogar en el Parque Colón de Comayagüela, situado una cuadra al sur del Puente Carías. Hacia finales de la década de 1940, el Parque Colón de Comayagüela se había convertido en uno de los lugares públicos más concurridos por los habitantes de la capital hondureña. Durante la administración de Juan Manuel Gálvez (1949 a 1954), experimentó «una bella y hermosa transformación» a un costo de 82,051.58 lempiras4.
Sin embargo, con el tiempo, el Parque Colón comenzó a desaparecer gradualmente para dar paso a la expansión del mercado San Isidro. Para fines de la década de 1960, la estatua de Colón ya mostraba signos evidentes de deterioro. La Revista Ariel, por ejemplo, señalaba que este monumento «no debía estar en el Mercado San Isidro, rodeado de lechugas, repollos y suciedades»5.
Ante las crecientes críticas y preocupaciones sobre el estado de la estatua, el Instituto Hondureño de Cultura Hispánica (IHCH) asumió la responsabilidad de abordar estos problemas. Durante la década de 1970, esta institución continuó sus esfuerzos por recuperar la estatua del almirante. En una comunicación dirigida a la alcaldía capitalina, el IHCH enfatizaba: «Estamos seguros de que esta distinguida corporación dará un brillante cierre a su obra rescatando el monumento a Colón de las indignidades que enfrenta en su situación actual»6. No fue sino hasta 1984 que el Consejo Metropolitano del Distrito Central, en respuesta a la solicitud de este centro cultural, tomó la decisión de trasladar la estatua de Colón a la salida sur de la capital7 .
En la década de 1990, las demandas de los grupos indígenas se intensificaron, exigiendo la retirada de la estatua de Colón y su reemplazo por una estatua del cacique Lempira. Estas persistentes solicitudes no encontraron eco hasta que, el 12 de octubre de 1997, los miembros del COPINH derribaron la estatua.
Desde su caída, las partes del monumento parecen haber sido llevadas a la sede del IHCH, donde han permanecido durante las últimas dos décadas. La estatua se encuentra en las mismas condiciones en las que fue dejada: sin cabeza, cara, brazos ni manos, con distintas fisuras y con manchas rojas y negras por todas partes. A pesar de tener en su posesión la mayoría de las partes del monumento, la cabeza de Colón aún no ha sido hallada…
Algunos puntos clave
En conjunto, este episodio destaca la lucha por los derechos indígenas, el cambio en la percepción cultural de la comunidad y la importancia de la conservación del patrimonio histórico y cultural como parte fundamental de la identidad de una nación.
La estatua de Lempira, que reemplazó a la de Colón en el Congreso Nacional, simboliza el reconocimiento de la fuerza y la lucha de los pueblos indígenas en Honduras, marcando un cambio significativo en la percepción de la comunidad hacia su patrimonio indígena.
Este capítulo de la historia de Honduras nos recuerda la importancia de preservar la memoria cultural y honrar las luchas de aquellos que han defendido sus derechos a lo largo de los años.
Referencias bibliográficas
1 Internacional, A. (1999, septiembre). Honduras: La justicia defrauda a los indígenas. Amnesty International. https://www.amnesty.org/es/wp-content/uploads/sites/4/2021/06/amr370101999es.pdf
2 Comunicación personal con Salvador Edgardo Zúniga, fundador del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH).
3 Ibérica. España: n.p., 1917.
4 La Obra del doctor Juan Manuel Gálvez en su administración, 1949-1954. Honduras: Talleres Tip. Nacionales, 1954.
5 Revista Ariel. Honduras: Imprenta La Democracia, 1968.
6 Boletín de la Academia Hondureña. Honduras: n.p., 1974
7 Revista. Honduras: El Instituto, 1984.
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Kent
¡Que buen artículo! Y vemos como las autoridades de ese entonces, dieron preferencia a la figura de un colonizador que interceder y dar respuesta al pueblo, a su gente.