La numismática es una disciplina que estudia las monedas y medallas, especialmente las antiguas. En el estudio de la numismática, estos artefactos dejan de ser meras herramientas comerciales, y se convierten en fuentes de conocimiento.
Para examinar una colección de monedas con denominación de pesos emitidas en 1862, haré un brevísimo recorrido por las diferentes épocas, originalmente clasificadas por Mario Gutiérrez Minera.
Durante la Época Precolombina, esta civilización usaba el trueque como sistema de intercambio comercial y entre los artículos más usados para estas operaciones estaban la semilla de cacao, la obsidiana, el jade, conchas marinas y plumas de quetzal. En la Época Colonial, en un principio, los españoles traían monedas de España que usaban entre ellos mismos. Luego, en abril de 1536 se comienza a acuñar monedas en México. En 1733 se instala en Guatemala la Casa de la Moneda.
Durante todo el Gobierno Provisional hubo en Honduras grandes dificultades con la moneda. Éstas no dejaban que floreciera la actividad minera. Fue así como se gestó un movimiento para permitir la acuñación en Honduras. Si bien en 1823 se emitieron monedas de 1 y 2 Reales en Comayagua con el busto de Iturbide al anverso y el águila mexicana al reverso, no fue hasta el año siguiente que se autorizó la acuñación en Tegucigalpa, y La Casa de Moneda fue establecida el 2 de agosto de 1831.
En el año de 1838 se da la ruptura de la Federación y se declara que los cinco estados que la componían eran ahora cuerpos políticos soberanos, libres e independientes.
Durante la Formación del Estado Hondureño, estas monedas en denominación de ⅛, de real, ¼ de real, ½ real, 1 real, 2 reales, 4 reales y 8 reales fueron acuñadas en Honduras hasta el año 1861 y tienen en el anverso cinco volcanes representando los cinco estados de la Federación, y un sol radiante iluminándolos. En el reverso tienen un árbol que representa la libertad, su denominación, y la leyenda: LIBRE CREZCA FECUNDO.
Monedas de cobre emitidas en 1862
Antiguas monedas de cobre fueron acuñadas en Tegucigalpa en 1862 y emitidas en denominaciones de 1, 2, 4 y 8 pesos. Tenían un diámetro de 41 mm y pesaban 27.80 gramos. En ellas se conservaba el árbol y el lema, pero se sustituía la cadena de volcanes por el Escudo hondureño.
Después de la Independencia, se buscó sustituir el busto del rey y las armas de España, propias de las monedas coloniales, por otros símbolos. Así, desde 1824, un árbol nativo de la región, la ceiba (Ceiba pentandra), fue incluido en el anverso de las monedas como símbolo de libertad y al cual se le augura que «Libre crezca fecundo».
En el reverso de la moneda, el anhelo de libertad también está representado por medio del gorro frigio en el Escudo utilizado en esa época. El uso del símbolo se pone en tendencia luego de la revolución francesa, pues, entre las causas externas que inspiran la Independencia de Centroamérica se encuentran, además, la Independencia de las trece colonias británicas que formaron EE. UU. y las abdicaciones de Bayona. De modo que esta especie de capucha aparece oficialmente en el Escudo de la República Federal de Centroamérica (1824-1838).
Luego de la ruptura del proyecto unionista, algunos de los Estados segregados siguen usándolo por un tiempo, en cuenta Honduras. No fue hasta 1866 que este símbolo finalmente se suprime de nuestro Escudo y en su lugar se coloca un Sol Naciente, que simboliza asimismo la libertad, el amor a la patria y la esperanza. Hoy, sin embargo, el gorro frigio sobrevive en los Escudos Nacionales de las hermanas repúblicas de El Salvador y Nicaragua.
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