Por Yonny Rodríguez

En Honduras, la palabra cipote es parte del habla cotidiana. Casi todos la hemos escuchado o usado alguna vez para referirnos a niños o jóvenes: “ese cipote es travieso”, “los cipotes ya salieron de la escuela”. La palabra suena familiar, cercana, pero su origen no es tan conocido. Este ensayo propone una hipótesis: que cipote proviene de cipe, una palabra usada antiguamente en Honduras para hablar de niños débiles o enfermizos durante la lactancia.

Según el Diccionario de Americanismos de la Real Academia Española, cipe tiene varias acepciones en Honduras. Puede referirse a un niño frágil, a un fruto inmaduro o a un grano de café, maíz o frijol que no se ha desarrollado bien. Todos estos usos giran en torno a una idea común: inmadurez, fragilidad, algo que aún no ha terminado de formarse. Cipe era, en ese contexto, un estado intermedio: algo todavía verde, incompleto.

Esta línea semántica es reforzada por el Diccionario Campesino Hondureño de Jeffery W. Bentley, donde cipe aparece como adjetivo que describe lo pequeño, débil, enfermizo o mal nutrido. Bentley también documenta el verbo cipear, usado para referirse a algo que deja de crecer o se marchita, especialmente en contextos agrícolas, como en “el frijol se cipea”. Esta conexión con procesos de crecimiento truncado o desarrollo incompleto aporta una base más firme para pensar en la carga simbólica de cipe dentro del imaginario rural hondureño.

Además, Bentley recoge una propuesta etimológica atribuida a Alberto Membreño, quien sugiere que cipe proviene del náhuatl tzípitl, que significa niño pequeño, y es la misma raíz de donde procede el Cipitío, personaje mitológico salvadoreño. Sin embargo, Bentley también ofrece otra posibilidad: un origen en el misquito sirpe, que también significa pequeño. Ambos caminos apuntan a una raíz mesoamericana para la palabra, lo que hace más plausible su emergencia regional en lugar de una importación desde el español peninsular.

En una ficha lexicográfica de 1960 del lingüista Charles E. Kany, aparece un vínculo directo entre cipe y cipote, lo que sugiere que en algún momento se pensó que había una relación entre ambos términos. Ese pequeño rastro sirve como punto de partida para pensar que cipote podría haber nacido de cipe, quizá pasando por una forma intermedia: cipito, diminutivo que habría suavizado el sentido de debilidad o ternura que ya cargaba la palabra original.


Fichero General de la Real Academia Española.

Esta hipótesis se sostiene en una lógica semántica. Si cipe representa la debilidad, cipito podría ser una forma afectuosa de referirse a ese estado, y cipote la evolución hacia un cuerpo más fuerte, más afirmado, más sonoro. En otras palabras, una progresión simbólica desde la vulnerabilidad a la vitalidad. En Guatemala, por ejemplo, cipote puede significar “rechoncho” o robusto, lo que refuerza esta línea de interpretación. Y es interesante cómo en Colombia suele usarse como adjetivo magnificador: «cipote de mujer», «cipote de película».

No estamos hablando solo de un cambio de forma o de sonido, sino de una transformación en el contenido simbólico. Donde antes había fragilidad, ahora hay fuerza. Donde había un niño “encanijado”, ahora hay uno que corre, grita, se impone. Cipote, entonces, no es solo un término descriptivo: es también una afirmación.

Por supuesto, cipote no es exclusivo de Honduras. También se usa en El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y, en otros contextos, ha sido documentado en regiones de España, México, Colombia y Venezuela, aunque con significados distintos o variantes menos frecuentes. En El Salvador, por ejemplo, cipote significa niño y el Cipitío es un personaje mitológico que representa la infancia eterna. La presencia del término en distintos países apunta a una circulación más amplia, pero la forma como se ha fijado y resignificado en Honduras permite explorar su historia desde una perspectiva local.

En España, cipote también aparece como palabra coloquial desde al menos mediados del siglo XX. En el CORDE (Corpus Diacrónico del Español), su primera aparición está documentada en 1958, en la obra de Miguel Delibes, «Diario de un Emigrante», donde se usa con sentido de “chico” o “muchacho”. Esto descarta que el término haya sido un préstamo de Centroamérica hacia España o viceversa. Más bien, indica una bifurcación semántica: una palabra que comparte raíz, pero que en América adquirió matices propios, influida por contextos culturales, lingüísticos e históricos distintos.

El español hondureño, como el de muchos países de América Latina, no es una copia del español peninsular. Es un idioma en movimiento, que se adapta, inventa, mezcla. La gente juega con las palabras, las transforma, las expande. En este contexto, pensar que cipote surgió localmente como una evolución de cipe es más plausible que asumir una etimología directa desde el latín u otras raíces europeas. La lengua no solo se hereda: también se fabrica.

La hipótesis que propongo no pretende ser definitiva. Como ocurre en muchos casos con la etimología, el origen exacto de ciertas palabras es difícil de comprobar. Pero esta genealogía tiene sentido dentro de la lógica interna del español centroamericano y ofrece una lectura coherente con los usos reales.

Así como el cuerpo del niño crece, gana fuerza y presencia, también lo hace la palabra que lo nombra. De cipe, el niño enclenque, a cipote, el niño de cuerpo entero, se traza una línea de desarrollo tanto física como simbólica. La palabra crece con el cuerpo que nombra. Y en ese crecimiento, el lenguaje se vuelve también testigo de lo que somos.


Notas:

  1. RAE. Diccionario de Americanismos. «Cipe»: https://www.asale.org/damer/
  2. Archivo RAE. Fichero lexicográfico: 1960, Kany, American-Spanish Semantics.
  3. López, R. (2008). Vocabulario Popular de Honduras. Tegucigalpa: Editorial Universitaria.
  4. Lipski, J. M. (2004). El español de América Central. Madrid: Arco Libros.
  5. Bentley, J. W. (2004). Diccionario Campesino Hondureño. Tegucigalpa: Zamorano.
  6. RAE. CORDE – Corpus Diacrónico del Español. https://www.rae.es/corde

Bibliografía mínima:

  • Bentley, Jeffery W. (2004). Diccionario Campesino Hondureño. Zamorano.
  • Kany, Charles E. (1960). American-Spanish Semantics: Word and Idiom in Colloquial Latin American Spanish. University of Chicago Press.
  • RAE / ASALE. Diccionario de Americanismos. https://www.asale.org/damer/
  • Lipski, John M. El español de América Central. Arco Libros, 2004.
  • López, Ramón. Vocabulario Popular de Honduras. Editorial Universitaria, 2008.

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