Por Yonny Rodríguez

La Casa del Teatro Memorias presentó Dinero Negro, una comedia de enredos basada en la obra inglesa Funny Money, de Ray Cooney. Cada acto dura casi 50 minutos, lo que convierte esta puesta en escena en una obra de formato largo, más cercana al ritmo del vodevil1 que a la comedia ligera de consumo rápido. Y sin embargo, el tiempo vuela. El público se sumerge con facilidad en el caos creciente, sostenido por el humor, el absurdo y una sorprendente cercanía con nuestra realidad cotidiana.

En esta versión hondureña, el personaje principal se llama Miguel Navarro —un guiño directo al fundador de la icónica librería a cuadra y media del teatro— y desde el primer acto la tropicalización del lenguaje, las referencias geográficas y el uso de modismos locales genera cercanía inmediata con el público.

La respuesta del público es rotunda: risas continuas, carcajadas explosivas ante lo que parece un reflejo amplificado de la realidad nacional. El lenguaje subido de tono —esas palabrotas que usamos los hondureños sin rubor— aparece como mecanismo de identificación cultural. El público ríe no sólo del enredo, sino porque entiende los códigos internos: son suyos.

La obra brilla especialmente en su manejo del espacio escénico: hay desplazamientos efectivos, bien marcados, que generan vértigo e hilaridad. El lenguaje hondureño, con todo su color, doble sentido y picardía, se vuelve una joya por sí mismo. Las risas más fuertes estallan precisamente cuando el texto se suelta y abraza lo local, sin vergüenza ni filtro.

Como en toda farsa, el ritmo es esencial. Y aunque la puesta en escena logra sostener la energía y el dinamismo, hay momentos que podrían beneficiarse de un ajuste fino. Algunas repeticiones —como el gag del detective que se equivoca constantemente de salida— funcionan en un primer momento, pero podrían dosificarse para evitar la saturación. El talento actoral y la conexión con el público están presentes. Por eso mismo, cuidar esos detalles podría hacer que cada escena aporte con mayor frescura al conjunto. No es una falla estructural. No. Es una oportunidad de maduración para que la obra brille aún más en cada función, ya sea en Tegucigalpa, Alentejo o Madrid.

Lo más revelador de esta versión de Dinero Negro no es sólo su fidelidad a la estructura de Cooney, sino su capacidad para reflejar, sin querer (queriendo), la podredumbre real del país. En un contexto donde escándalos como el de Koriun Inversiones o los fondos desviados en compras públicas ya no provocan indignación, sino memes, una comedia de enredos sobre dinero ilícito termina conectando por saturación. No hay que forzar lecturas políticas: el público ya entiende el subtexto. Ríe porque reconoce a los personajes. Porque Navarro podría ser cualquier funcionario menor que de pronto tropieza con un botín (¿el Estado?). Porque las mentiras, los enredos y los intentos desesperados por escapar de la justicia no son solo recursos teatrales, sino parte del paisaje noticioso cotidiano.

Y ahí está el triunfo de esta versión: es una obra inglesa que el público hondureño vive como hondureña. Ríen de las groserías, del doble sentido, de la torpeza de los personajes, pero también —aunque no lo digan— de su forma de ser tan nuestra..

Al final, la obra es tan local que la gente se ríe de su propia idiosincrasia.


Una pausa internacional para un teatro con proyección

«Dinero Negro» ha tenido una gran acogida en su primera temporada en Tegucigalpa, coincidiendo con la ya establecida proyección internacional del Teatro Memorias. Parte del elenco y la producción han sido invitados a participar en el XII Festival Internacional de Teatro do Alentejo en Portugal (del 22 al 31 de mayo) y en la Feria del Libro de Madrid (donde actuarán el 4 de junio), lo que ha requerido una pausa en su temporada local.

En Madrid, el grupo presentará Perdidos en el Mar, una obra escrita en los años 60 por Slawomir Mrozek y adaptada por Tito Ochoa. La pieza aborda el canibalismo como metáfora para explorar la lucha de poder, las jerarquías y la desigualdad. Ha sido promovida por la Embajada de Honduras en España como parte de su agenda cultural en el Pabellón Iberoamericano.

Ochoa —con más de 35 años de trayectoria— ha dirigido más de 30 montajes de autores clásicos y contemporáneos, consolidando una propuesta escénica comprometida, crítica y de resonancia internacional. Ya en 2018, Memorias se presentó en Portugal con Pareja Abierta, lo cual refuerza su posicionamiento como una de las compañías más activas fuera del país. Tras su regreso de Europa, Dinero Negro reanudará funciones en Tegucigalpa tentativamente el 19 de junio, ofreciendo nuevas oportunidades para reír, pensar y reconocerse —aunque duela— en el espejo farsesco del teatro.


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  1. Vodevil: Espectáculo teatral de formato más largo que la comedia ligera, con una estructura de números variados. ↩︎
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