Bucentauro

Divulgación cultural e histórica

Historia Económica

Minería en Minas de Oro, Comayagua


Por el historiador José David Cáceres


Minas de Oro, ubicado al norte del departamento de Comayagua, Honduras, nació como un pueblo minero, al igual que Cedros, Yuscarán, Valle de Ángeles, Santa Lucía, entre otros. Organizado como municipio en 1844, tradicionalmente se ha distinguido por ser un pueblo aguerrido y laborioso, sin depender del erario público.

En la primera década del siglo XX, atraídos por su riqueza minera, llegaron varios extranjeros, entre ellos el Sr. Harold I. Brosious (1881-1950), ingeniero de minas de Minnesota que pronto abandonó su profesión para dedicarse a la docencia cuando fundó la Escuela Agrícola El Malcotal (1913-1950). Fue la primera escuela de su tipo en Honduras y sirvió de modelo -por su sistema de «Aprender Haciendo»- para lo que hoy es la Universidad El Zamorano, a la que también aportó parte de su cuerpo docente. [1]

A finales de la década de los 90 del siglo XX, aprobarán en el Congreso Nacional la Ley General de Minería, Decreto 292-1998, que desconocía la soberanía del Estado sobre el suelo y sus recursos y el derecho de los propietarios conforme a la legislación Municipal y Civil. Lo anterior desató una ola de protestas la mayoría silenciadas por la prensa. Sin embargo, surgió en la palestra la Asociación para la Conservación de la Naturaleza y el Desarrollo de Minas de Oro (ACONADEMO), que inicia una serie de actividades de rechazo y de divulgación a las que se unieron muchos ciudadanos y organizaciones de peso como el Colegio Médico de Honduras. Así, en cabildos abiertos y entrevistas por la prensa, radio y televisión se dio a conocer el peligro que representa para cualquier comunidad la explotación a cielo abierto y el uso de cianuro para la separación de los metales.

Pegatinas de conciencia ambiental.

Aunque al principio fueron contados los periódicos que escribieron estas noticias, en cabildo abierto se conoció que la explotación minera que se planeaba sería a «tajo gigante o cielo abierto». Esto implica que los yacimientos de oro serán expuestos retirando toda la superficie, para lo cual primero compran las casas, (posiblemente a precios irrisorios) luego se deshacen de hortalizas, cafetales, corrales, etc., y con maquinaria pesada escarban hasta descubrir los yacimientos de oro y cobre; sistema que es por lo tanto muy diferente a la minería subterránea. Al enterarse los habitantes de la magnitud del desastre ambiental, las personas comenzaron a reunirse e iniciaron una serie de manifestaciones públicas en rechazo de dicha explotación (Ver imagen 3), y con el apoyo de ACONADEMO (cuyos fines es proteger el medio ambiente velando por el bienestar y progreso de la comunidad) logra, sacar del pueblo al gigante minero Kennecott. Pero, ¿Cómo se logró? Organizándose y educando a la población sobre cómo afectaría esta explotación a Minas de Oro y a Honduras.

En primer lugar, la empresa había planeado comprar otro lugar y «mover el pueblo» hasta Valle Bonito (Aldea de La Libertad en Comayagua), un trasladado sin su voluntad y en forma arbitraria. Un ejemplo de estos traslados es el de San Andrés Minas en El Valle de Siria (Francisco Morazán). A Honduras también le hubiera afectado porque para exponer y lavar el oro en la parte alta se usarían miles de galones de agua, que contendrían cianuro y otros minerales pesados a los ríos y quebradas, afluente del Río Sulaco que nutre a la Represa Hidroeléctrica Francisco Morazán (El Cajón). Finalmente, a los ríos Blanco y Ulúa, hasta la costa y al mar. Todo este sector se vería contaminado y también los cultivos que dependen del mismo, afectando su economía y causando enfermedades y muerte. [2]

El exalcalde de Minas de Oro, Reynerio Cerrato, durante la protesta contra la minería el 20 de julio de 2002.

Aun así, en 2003 las mineras se atrevieron a enviar, –sin consultar a la Municipalidad- maquinaria de perforación a la zona de Mata de Plátano, que estuvieron a punto de ser quemadas, y gracias a la intervención de la iglesia católica y al Alcalde Reynerio Cerrato (2002-2006), dicho problema no paso a más. Los que manejaban la maquinaria no olvidaran el mensaje de: «no vuelvan nunca» que escucharon de los vecinos. En 2017 se logró un plebiscito que en palabras del historiador hondureño Mario Argueta: «El resultado final del conteo de votos arroja las siguientes cifras: en Minas de Oro, 98.14 % de los votos emitidos se pronunció por el No, y el 0.65 % por el Sí. El resto fueron votos nulos y abstenciones. En San José del Potrero: 98.14 % favorecieron el No, 0.73 % el Sí. [3] Esto marcó a la comunidad, porque se creyó que la lucha había terminado, sin embargo, la lucha sigue y debe continuar. ¿Cómo, si el plebiscito dio un doble rechazo a la minería en estos dos municipios?

Las concesiones siguen activas. Son 60 años en total; 40 de explotación y 20 de prórroga, desde 1992 hasta 2052, 5 años antes de terminar las concesiones la empresa vuelve a solicitar los datos. Y esto no sólo pasa en el departamento de Comayagua; son 15 de 18 departamentos de Honduras; Olancho, Choluteca, El Paraíso, Santa Barbara, Comayagua, Francisco Morazán, Yoro, Copán, Colón, Valle, Atlántida, Cortes, La Paz y Lempira.

Aunque el plebiscito aparenta que todo terminó, la lucha debe continuar. En los noventa la lucha fue comunitaria y ahora son pocas las personas que siguen en ella -por muchas razones- como la muerte, ancianidad, enfermedades, cambio de residencia, etcétera. Debido a ello es necesario que las nuevas generaciones se integren a la lucha ya que la defensa del medio ambiente en Minas de Oro es vital para su permanencia y desarrollo. Las concesiones mineras siguen vigentes, por eso es necesario exponer la situación actual de la comunidad, no solo a nivel de país, sino internacionalmente para continuar esta lucha y que los gigantes mineros no exploten estas riquezas dañando sus recursos ecológicos y la salud de los habitantes de Minas de Oro y de Honduras.

Recién el lunes 28 de febrero el Gobierno de Honduras comunicó a través de Mi Ambiente dispone cancelar «permisos de explotación extractivista», «declara todo el territorio hondureño libre de minería a cielo abierto», «suspensión y cancelación de licencias ambientales, permisos y concesiones». Lo anterior nos da esperanza hacia el futuro al saber que Minas de Oro y otros pueblos no serán explotados con la minería a cielo abierto.


Notas al pie

[1] Pineda, Julio. (2001). Biography of Harold I. Brosious Mentor & Friend. Tegucigalpa: Litografía Nacional

[2] Reunión conjunta: Colegio Médico, Kennecott, y ACONADEMO, celebrada en la sede del primero, el 6 de mayo de 1994. p. 11.

[3] Argueta, M. (2017). Doble rechazo a la minería de cielo abierto. El Heraldo, recuperado de https://www.elheraldo.hn/opinion/columnas/1063840-469/doble-rechazo-a-la-miner%C3%ADa-de-cielo- abierto

Referencias:

Argueta, M. (2017). Doble rechazo a la minería de cielo abierto. El Heraldo, recuperado de https://www.elheraldo.hn/opinion/columnas/1063840-469/doble-rechazo-a-la-miner%C3%ADa-de- cielo-abierto

Pineda, Julio. (2001). Biography of Harold I. Brosious Mentor & Friend. Tegucigalpa: Litografía Nacional.


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1 Comentario

  1. Gladys Suyapa Zuniga Donaire

    La lucha por la defensa de nuestra tierra debe continuar

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