La tradición de construir monigotes para fin de año sigue vigente en Ojojona. A finales de los ochenta, un grupo de amigos del barrio La Pesa comenzó a elaborar estructuras para quemarlas en la última noche del año: los monigotes gigantes de Ojojona.
Según la costumbre, el año viejo, pichingo o muñeco representa las penas, los dolores o los valladares que el hondureño sobrellevó a lo largo del periodo que termina, por lo cual pasarlo por el fuego significa sacudirse la mala racha y entrar purificado en el nuevo año.
Muchos de estos monigotes también se elaboran para denunciar los actos de corrupción más sonados durante el año; otros aluden cómicamente a personajes políticos o de la farándula nacional a fin de motivar la curiosidad y promover la risa.
En Ojojona el panorama cambia. No son flojos monigotes rellenos de ropa vieja y pólvora, sino estructuras delirantes elaboradas con técnicas de piñatería y carpintería de saludable pino, roble o encino.
De modo que la madera, la piel del suyate, el zacate, el mezcal, el periódico, el almidón, el maguey, el cabello humano, el pelo de las colas de vaca, entre otros, forman parte de los insumos usados en la elaboración de los monigotes gigantes de Ojojona.
Antes se construían solamente en el referido barrio La Pesa, sin embargo, en unos ocho años la tradición se extendió por los barrios Españita, El Carrizal, El Calvario y Yucanteca.
La invitación a realizar el recorrido por los distintos barrios de Ojojona queda hecha. En nuestro recorrido detectamos seis monigotes. Es válido anunciar que en torno a la quema de las estructuras los responsables suelen realizar una pequeña feria.
GALERÍA
¿Cuál de todos estos monigotes es tu favorito? Dinos en los comentarios. Los monigotes gigantes de Ojojona son una tradición que crea identidad local.
Jessenia Ilovares
Capitán Tripa y el Vengador Fantasma.