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Biografía

Flores para Pablito


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Visité la tumba del maestro pintor Pablo Zelaya Sierra para llevarle una ofrenda floral en el 89 aniversario de su tránsito a la eternidad. Tenía sentimientos encontrados. Estaba alegre de hallarla, pero me decepcionó ver que es prácticamente un basurero. Nadie más había ido, en mucho tiempo: mis flores fueron las únicas que recibió. La tumba, muy humilde, tanto que ni siquiera dignifica la estatura del difunto que alberga, está a la sombra de un árbol de mango, en el extremo norte del Cementerio General de Tegucigalpa. Coloqué un marcador en Google Maps para facilitar la búsqueda de aquellos que quieren hacer romería a su tumba.

Tumba de Pablo Zelaya Sierra en el Cementerio General de Tegucigalpa. © Yonny Rodríguez.

Durante algún tiempo, ha persistido en mí la inquietud por conocer más de la vida de Pablito. De modo que considero necesario hacer un aporte adicional para abordar este aspecto a la luz del descubrimiento de una interesante colección documental.

Su nombre era José Pablo Zelaya Sierra, nació el 30 de agosto de 1896 y no el 30 de octubre como equívocamente se ha sostenido. Fue bautizado el 9 de enero de 1897 por el padre Blas Escobar. Era hijo de Isabel María Sierra Reconco y Felipe de Jesús Zelaya. Este era un artista reconocido en el pueblo. En un censo de finales de la década de 1880 que consigna los oficios principales de Ojojona, Felipe Zelaya aparece como escultor.

Sabemos que cursó algunos grados en la escuela de varones de Ojojona, luego se fue a estudiar con Pedro Nufio. Se graduó de Maestro de Instrucción Primaria en la Escuela de Varones de Comayagüela el 23 de febrero de 1915. Al año siguiente partió a Costa Rica, trabajó como maestro en una escuela de Nicoya. En 1919, Zelaya ganaba 85 colones mensuales, lo que equivalía a 25,45 dólares. Sólo para entender lo que se podía adquirir con ese salario, el precio medio de alquiler de una habitación de condiciones aceptables era de 26 colones. Asimismo, durante el periodo 1914-1920, el costo promedio de la canasta básica fue de 118,55 colones ($35.49).

Regresó a la capital y allí logró un empleo en la Administración del Estado. Una vez en San José, ingresó finalmente en la Escuela de Bellas Artes, donde estuvo un año y medio bajo la tutela del artista español Tomás Povedano de Arcos. Este señor Povedano fue pintor oficial, retrató varios presidentes y miembros de importantes familias costarricenses. En comunicaciones epistolares de 1923, un Pablo ya sumergido en la vanguardia, criticará duramente a su antiguo maestro español. Llamará cromos a sus pinturas y dirá sin tapujos, aunque íntimamente, que el arte de Povedano y Echandi debería estar en un museo prehistórico. Las cartas revelan el carácter intenso de Pablo y su devoción por el trabajo artístico en todas sus facetas.

La tumba del pintor está convertida en un tiradero de basura y en el completo abandono. © Yonny Rodríguez.

Pero volvamos, partiendo de su etapa madrileña. En septiembre de 1920 se fue para España. Trece días después se encontraba frente a las costas venezolanas. Esto nos obliga a inferir que nuestro artista llegó a las tierras ibéricas en los primeros días de octubre. Una vez en Madrid, empezó a prepararse para el examen de ingreso a la Escuela. Como era costumbre, para superar esta prueba, los aspirantes debían adiestrarse en dibujo y pintura durante un año o más. Las Escuelas de Artes y Oficios y las diferentes academias privadas jugaban un papel importante en esta labor. En esta línea, Zelaya Sierra contó con una serie de atenciones personales. Ya para noviembre de 1920, Alfonso Reyes, quien era Embajador de México en España y escritor recurrente de artículos en las revistas costarricenses, presentó a Pablo Zelaya ante el artista español Daniel Vásquez Díaz, «agradeciéndole de antemano cuanto haga por orientarlo en el golfo de la Corte».

Vázquez Díaz fue el gran maestro de varias generaciones. Referente de la modernidad para todos ellos. Su labor de magisterio la impartió desde la Escuela de Bellas Artes y desde su casa, en un primer momento en su estudio de la calle Lagasca y a partir de 1930 en la calle María de Molina. Salía poco de su casa pero por ella pasaban los discípulos, críticos e intelectuales que le informaban del acontecer artístico.

Así que ese mismo año, Zelaya Sierra ingresó como alumno en la Academia Libre de Pintura de Vázquez Díaz. A criterio de Luis Gil Fillol, el maestro de Ojojona fue el primer discípulo oficial de Vázquez Díaz. Sobre el ambiente en este taller se conservan testimonios de algunos de sus numerosos alumnos en los que narran cómo el maestro andaluz no les impone un estilo, sino que les hablaba de la pintura, desde los movimientos más vanguardistas y de su cercanía a pintores como Picasso, del cubismo, del futurismo, etc., hasta clásicos como Velásquez, Goya, etc. Por lo que a nosotros nos interesa, todo esto provocó que Pablo Zelaya contactara con la intelectualidad del momento e incluso con la bohemia artística madrileña.

Me costó hallar la tumba del maestro pintor de Ojojona.

En suma, Pablo trabajó mucho en su corta vida. Se involucró en todo género de manifestaciones artísticas, culturales y literarias. Fue corresponsal de una revista, comentarista de libros de filosofía y tesorero de una organización estudiantil latinoamericana. Finalmente, participó en 1923 junto a Dalí (¡Dalí!) en una protesta contra un jurado medroso y en 1926, cuando oficialmente empezó sus clases en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, coincidió en algunas asignaturas con la pintora Remedios Varo.

Cuando publique mi libro biográfico y contextual sobre Pablo Zelaya Sierra, espero puedan adquirirlo.


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1 Comentario

  1. Mely

    Excelente investigación e interesante, y sobre todo que hayas encontrado la tumba de Pablo Zelaya sierra.

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