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DE ACRÓBATAS, CIRCENSES Y GITANOS: La ruta de los gitanos: Siguatepeque y Yuscarán, 1933 (Parte II)


Por Omar Aquiles Valladares Coello, historiador hondureño. Una versión sintetizada de este artículo también apareció en la revista El Zángano Tuerto.


En el artículo anterior sobre los gitanos en Santa Rosa de Copán, comenté cómo estos vagamundos, entre otras cosas, eran considerados de mal agüero y portadores de desgracias por las viejas supersticiosas de la ciudad de occidente. Asimismo, pedían a la autoridad competente que tomara cartas en el asunto. En ese documento también expresé mi desconocimiento sobre lo que les pasó a los gitanos; no lograba entender si fueron expulsados. Y de ser así, adónde irían. En días recientes, encontré nuevas pistas sobre los mal llamados húngaros en estas tierras hondureñas. En la revista Tegucigalpa de 1933 existen dos referencias sobre la ruta de los gitanos. Aunque el periodo de tiempo es algo dilatado, dos años, como para suponer que era la misma tribu. Por el 2 de septiembre de ese año aparecen en Siguatepeque. La citada noticia decía entre otras cosas que:

«Esta ciudad convertida en campamento general de numerosa caravana de gitanos, mal olientes y amañados; vecindario intranquilo, salud pública amenazada. Veríamos con simpatía la acción enérgica del joven ministro de gobernación para librarnos de esta nueva calamidad pública». [1]

Aquí la preocupación no era la superstición o las supuestas desgracias que estos acarreaban. La presencia de aquellos es considerada por los habitantes de Siguatepeque como una calamidad pública desde el punto de salud. Cuando se comenta que era una numerosa caravana, podemos suponer varias carretas tiradas por caballos con igual número de familias. De ser la misma tribu, es posible que vagasen todo ese tiempo por la geografía hondureña, por lo que más comunidades de tierra adentro pudieron haberlos contactado en un momento de su peregrinaje.

La otra referencia, siempre en la misma revista Tegucigalpa y en la misma edición y pagina citada, proviene de Yuscarán, con fecha probable de 22 de septiembre. Aunque la noticia no lo especifica, si las gacetillas se publican el 8 de octubre podemos datarlo aproximadamente por esos días. En Yuscarán se había desatado una epidemia que afectaba los animales de granja; además, el mal tiempo y amenaza de hambruna se vislumbraba sobre la comunidad, por lo que la presencia de los gitanos no es aquí calamidad pública, sino que se cumplen los peores temores de la gente de Santa Rosa. La gacetilla apunta textualmente que:

«Peste de Alauca continúa su avance en el departamento. Ahora hasta las gallinas están atacadas de la terrible enfermedad. Quince días tenemos de temporal, fuertes vientos han derribado las milpas de la montaña. Quién sabe si después de la peste nos venga el hambre. Ayer nos llegaron los húngaros.» [2]

Ante aquella situación y la imposibilidad de poder explicarse racionalmente las cosas, es posible achacaran a la presencia de los gitanos los males padecidos.

Hasta aquí podemos rastrear la inmigración de aquellos errantes, y podemos inferir sobre la capacidad de movilización en etapas de caminos bastante largas; pues, desde Siguatepeque hasta Yuscarán son más de cien kilómetros. Las carreteras de ese tiempo no eran muy agradables. Alguien dijo que si se quería conocer los caminos del infierno deberían de conocerse los caminos hondureños.

En la misma revista Tegucigalpa, por esos mismos días, se publicó un artículo del genial manco de Lepanto, Miguel de Cervantes Saavedra, en el que vierte ideas negativas sobre los gitanos, ideas que en ese momento pudieran generar opiniones desfavorables a la larga marcha de los errantes. El artículo apuntaba que:

«Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones, y finalmente salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo; y la gana de hurtar son ellos como accidentes inseparables que no se quitan sino con la muerte…» [3]

Con aquellas prevenciones la ruta de los gitanos podía encontrar ciertos escollos, no obstante, no se encuentra noticias sobre violencias hacia ellos.


CITAS BIBLIOGRÁFICAS

1. ANH, Revista Tegucigalpa segunda época, Año X,  Tegucigalpa. 8 de octubre de 1933.
2. Íbid.
3. ANH, Revista Tegucigalpa Segunda época, Año X, Tegucigalpa. 15 de octubre de 1933.


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1 Comentario

  1. José López Lazo

    Un tema interesante, peregrino, en la historia hondureña. Yo supe de ellos en mi niñez, en La Lima, allí llegaban con sus carpas. El texto citado de Cervantes pertenece a la novela La Gitanilla de Las Novelas Ejemplares, y esta descontextualizado, Cervantes es uno de los grandes escritores realistas, y no podía sustraerse a ello, pero admiraba en los gitanos su «donaire» para la poesía, el baile, la música, su libertad; tal, la personaje principal; al final, en esta novela, hay una reivindicación, yo diría que hasta homenaje, a los gitanos. Un gran tema para desarrollarlo por los historiadores hondureños.

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