La declaración de Ojojona como pueblo con encanto está más cerca. La Alcaldía Municipal parece tomársela bien en serio: «¡Este 24 de junio será un día que quedará marcado en la historia de nuestro pueblo!» En virtud de ello, es urgente hacer estas preguntas: ¿Qué implica para Ojojona poseer ese título? ¿Está preparada la comunidad para asumirlo? ¿Ya se tienen claros los objetivos? ¿Terminará en una simple declaración como pasó en 1996 y se convertirá en un motivo proselitista más?

Particularmente tengo mis temores. Huelga repetir, y con pesar: a la gente de Ojojona se le da estupendamente la cultura de la destrucción y la apatía. En la primera mitad de esta década La Junta de Andalucía y la Cooperación Española restauraron conjuntamente el centro histórico que, como dije, quedó abandonado desde su declaración el 15 de octubre de 1996. Fue un proyecto de interés común que dejó publicada una nueva monografía de Ojojona e importante material didáctico en los centros educativos. No duró mucho. Varia gente se dedicó a destruir las bancas y los juegos infantiles de los parques y senderos; rayó paredes; quebró lámparas y hasta arrancó los basureros. Lo vandalizó todo.

También se escribió un Reglamento del Centro Histórico que contiene desde los criterios a seguir para construir o restaurar una vivienda hasta qué tipo de árboles sembrar en cada temporada. No obstante, pobladores y corporaciones municipales lo ignoran de forma deliberada. De aquel tiempo a esta fecha se construyeron casas y se abrieron negocios sin seguir los criterios arquitectónicos recomendados. Para terminar de sepultarlo, desapareció la Oficina del Centro Histórico. En su lugar, se espera que abran, convenientemente, un banasupro…

Me gustaría saber qué tiene planeado la corporación municipal para asumir ese título. Como ciudadano tengo derecho a saberlo. ¿En qué condiciones recibirá Ojojona ese denominativo? ¿Montar una feria de a lempirita en plena plaza es parte de una inteligente estrategia de turismo? Honestamente no lo creo. ¿Ya hay guías turísticos que conozcan bien la mejor versión de la historia del pueblo? Tampoco. No hace mucho seguían repitiendo por los medios cosas como sacadas de una película de Indiana Jones ¿Y quiénes son las eminencias que están a cargo de la asesoría cultural? ¡Románticos incorregibles de la cultura!

Cuando escribí el artículo sobre las ahora denominadas mejores ferias de la zona sur, le consulté al Instituto Hondureño de Turismo qué requisitos le hacían falta a Ojojona para su declaración. Dijeron «casi todos». Esto fue en el ámbito del nombramiento de Santa Lucía, a cuyo evento compareció el alcalde de Ojojona. Entonces, en un acto de arrebatado entusiasmo, se convocó a gente voluntariosa, se improvisó una reunión y ¡zas!, en un parpadeo ya tenían en regla todos los requisitos. De allí surgió genialmente la nueva policía turística o de turismo, lo que sea. Muy notable. Lo que no pudieron hacer en dos años se logró en unos minutos. Se hizo efectiva la frase «cuando se quiere se puede…» De más está decir que han montado un numerito de teatro.

Esto tiene una causa. El gobierno central tiene toda una estrategia para contentar a todos. Está obsesionado: no amaga con darles títulos y premios a quienes se le atraviesan. Ojojona no necesita eso, tiene lo suyo: se defiende solo. No obstante, nuestros políticos se han esforzado bastante en demostrar su torpeza e incompetencia en asuntos culturales. Y ese es el verdadero porqué del letargo del municipio en materia cultural.

No intento hacer que disminuya la cualidad positiva de este proyecto. Pero vista la improvisación en que nuestras alcaldías sucumben, me atrevo a decir con el pesimismo de la razón que esto no va a funcionar. Es una estrategia estatal de comunicación para crear una imagen redentora de la cultura. Es penoso que los gobiernos locales, pese a su adversidad política, entren en ese juego. No hay estrategia ni rumbo. No hay presupuesto. La chabacanada y el cinismo de creerse que trabajan continúa.