Visitamos a Gloria Vilma Garay Silva a fin de tener una plática. Queremos conocer su experiencia en el campo de la medicina tradicional, a la que se ha dedicado por décadas. Llegamos, preguntamos por doña Vilma, y ella no tarda mucho en atendernos.

Tenemos la conversación en un pasillo que lleva al corredor principal de la casa. Estamos sentados y cada cinco segundos vamos a ser interrumpidos por una pandilla de perros embramados que, sin saber cómo, abren la puerta con el hocico a cada rato. Doña Vilma se levanta, los espanta y vuelve a su sitio.

Doña Vilma, como se la conoce más allá de los confines del municipio, nació en Ojojona el 11 de octubre de 1939. Hija de Elsa Benita Silva y Gustavo Garay (QDDG). De esta unión nacieron Leyli, David (QDDG), Vilma y Manuel.

Estuvo en la Escuela de Señoritas Visitación Padilla cuando ésta funcionaba en el terreno que ahora ocupa la Alcaldía Municipal. Creció con sus abuelos en un ambiente tranquilo en que no le hizo falta nada. Su padre era propietario de camiones, baronesas y pulperías, además llevaba la medicina alternativa de la mano. Este aspecto, sin duda, determinaría su vocación para siempre.

De pequeña corrió las sabanas de Ojojona, cuando el pueblo todavía era una planicie gobernada por los impenetrables murales de los cerros. En ese entonces —menciona— las últimas casas llegaban hasta el barrio La Pesa, hasta donde Guillermo Cruz en El Calvario y hasta donde el profesor Figueroa yendo hacia el cementerio. Además, dice que en Custerique no había viviendas, tampoco en El Llano.

Doña Vilma Garay se dedicó por 40 años a la medicina natural y, al mismo tiempo, a atender la pulpería de su papá. En la actualidad está retirada; sin embargo, está consagrada a los cuidados de su madre, por lo que casi ya no sale de casa.

Habla con pausas doña Vilma, pero con un tono de voz mesurado. Es una persona amable, educada y conversadora. Por ratos se apoya en su hija Patricia cuando necesita recordar algo.

Preguntamos cómo se involucró en el mundo de la medicina natural.

—Veía a mi papá y me gustó —responde.

¿Cuántos pacientes recibía al mes?

—Recibía entre 20 y 25, venían de todas las aldeas. Hubieran sido más, pero doña Toña Zelaya también se dedicaba a esto —señala.

Vilma Garay mantenía diversas hierbas en su pequeño laboratorio. Se las traía desde San Carlos un señor. Había hojas de mango y jengibre —buenos para la gripe y para la tos—; ciguapate, oreja de ratón, anicillo y cola de caballo; sauco, olotillo, mastuerzo y clavito; caña agria, caña de Cristo, caña fístula y carao.

Si bien esto le generaba un gasto, afirma que no cobraba por estos servicios. Así, entre los brebajes que más recetaba estaban el té de juanilama, de jengibre y de manzanilla, recomendados asimismo para la gripe.

También el famoso guarapío, una infusión hecha a partir de unas 40 hierbas. Este remedio, que entre otras plantas contenía zacate de limón, hojas de mango, llantén, verbena azul, diente de león y sanjuanillo, «servía para levantar las defensas y reducir la migraña». El método de elaboración consiste en poner a cocer todas las hierbas y después endulzar la esencia con miel de palo. Finalmente, se toman siete cucharadas tres veces al día.

Nos comenta que de vez en cuando llegaban algunas personas con problemas de alcohol. A éstas les recetaba una infusión hecha con conchas de nance y marañón. Tres tomas y ya, pero el paciente debía estar de goma para que funcionara.

Llega el momento de salirse de este tema. Esta señora de tez blanca, pelo liso y cuerpo menudo confiesa que es 100 % católica, aunque pocas veces asiste a la iglesia. Ahora vamos a preguntar si ella tiene tantos ahijados como su hermana Leyli Garay, va a responder que contrariamente a aquella, a ella nunca le gustó ser madrina.

Doña Vilma es hipertensa y también padece de artritis. Estira la mano y muestra las articulaciones de sus dedos dañadas. Dice y hace más por responder a nuestra pregunta que por hacer piedad. Es admirable su resistencia física: no se queja. No cabe duda de que vivirá muchos años más. El ejemplo viviente es su madre, doña Elsa, quien arribó a 101 años.

GALERÍA

Doña Vilma Garay personajes populares de Ojojona.

Doña Vilma tiene la fortuna de convivir con su familia. Es una señora que todavía permanece activa, sobre todo, porque vela por la salud de su madre.

Doña Vilma Garay. Historia de la medicina tradicional Ojojona

Explica cómo preparaba las infusiones que luego recetaba a sus pacientes.

Plaza Central de Ojojona. Doña Vilma Garay

Sentada en una banca de la Plaza Central de Ojojona.

Personajes populares de Ojojona. Doña Vilma Garay.

Quien conversa con doña Vilma puede dar fe de su don de gente. Traen sus palabras ese hálito de solidaridad y amabilidad.

Doña Vilma Garay medicina tradicional de Ojojona

Hay lucidez en doña Vilma. Se vio radiante en la entrevista y la sesión de fotografías.

Doña Vilma Garay madicina natural Ojojona

A doña Vilma ya se le dificulta caminar por lo que en esta ocasión fue acompañada por su nieta Elienay.

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